El autor de Bella del Señor era muy reacio a conceder entrevistas y ello añade un valor histórico a este magnífico programa grabado en su casa de Ginebra. Reflexiona sobre su obra y sus obsesiones: la identidad judía y el antisemitismo, el amor y el sexo, el humor y las mujeres. «Siempre he dictado mis libros, y siempre a una mujer.»